Manifiesto de La Buena Política

Este manifiesto pretende sentar unas bases razonables para hacer buena política, en la que la mayoría de las personas -sin importar la ideología- deberíamos estar de acuerdo.

Durante las últimas décadas, la política nos ha llevado a tomar como normal lo que nunca debería ser normal, alejándose cada vez más de los problemas reales de la ciudadanía y centrándose en su propio micro-universo. Es por ello que este manifiesto propone a políticos, parlamentarios y ciudadanos una serie de principios de lo que debería ser la normalidad en la vida política frente a los escenarios que definitivamente no lo son y de los que lamentablemente podemos encontrar ejemplos cada día.

A continuación puedes encontrar los principios para políticos y parlamentarios, pero puedes ir directamente a los principios para la ciudadanía.

Principios para políticos y parlamentarios

1. Vocación de servicio a la ciudadanía, frente a la vocación de servicio al partido o intereses personales.

2. Sentido de Estado comprometido con el bien común a largo plazo, frente a las decisiones de horizonte corto-placista que anteponen el beneficio personal y del partido al de la ciudadanía.

3. Honestidad, tratando a la ciudadanía con madurez, frente a normalización de la mentira y la infantilización en función de lo que más favorezca a la coyuntura.

4. Debatir las ideas, frente a los señalamientos y acusaciones personales que pretenden sustituir el uso de la razón por arrebatos emocionales. Por ejemplo: persona A dice que mi propuesta es equivocada por el motivo X; como no tengo argumentos razonables para debatirlo, simplemente diré que A es mala persona, invalidándola por la vía emocional.

5. Aplicar la misma vara de medir a todos los escenarios, frente a juzgar quién en lugar de qué. En otras palabras, evitar la doble vara de medir que se da cuando una misma situación se juzga arbitrariamente en función de si lo hacen los míos o lo hacen los demás.

6. Fomentar lo que nos une, frente a inducir a la ciudadanía hacia conflictos artificiales: izquierda contra derecha, mujeres contra hombres, empresarios contra empleados…

7. Reconocer las equivocaciones, mostrando capacidad de autocrítica, frente a los silencios, huídas hacia delante, explicaciones bochornosas o acusaciones infundadas. Errar es humano y comprensible, evitar reconocerlo no lo es.

8. Buenas ideas, vengan de donde vengan, frente a deshechar por defecto cualquier apreciación símplemente porque viene de un signo político distinto.

9. Cambiar de opinión explicando claramente por qué, frente a los cambios radicales de posicionamiento sin explicación alguna que hacen sentir engañada a la ciudadanía.

10. Tolerancia cero a cualquier forma de corrupción, frente a la doble vara de medir, al “y tú más” o al “no ha habido enriquecimiento personal”.

11. Tolerancia cero a la delincuencia, potenciando y apoyando la labor de las FCSE, frente a la pasividad e impunidad de la okupación, las bandas -juveniles o no- organizadas; y la incomprensible criminalización de la acción policial.

12. Personas cualificadas, frente a cargos ideológicos, pagos de favores, amigos/as…

13. Explicación transparente, entendible y auditable de los impuestos y el gasto público, frente al mantra demagógico de sanidad, educación y carreteras.

Principios para la ciudadanía

1. Ideales propios, frente a comprar los paquetes ideológicos completos que me intentan inculcar las agrupaciones políticas. Puedo estar de acuerdo con las ideas A y B del Partido A, con las C y D del Partido B y tener unas ideas E y F que de momento no están representadas por ningún partido.

2. Espiritu crítico con toda información que reciba, venga de donde venga, frente a asumir como verdades indiscutibles las declaraciones que provienen de los míos.

3. Aplicar la misma vara de medir a todos los escenarios, frente a juzgar quién en lugar de qué. En otras palabras, evitar la doble vara de medir que se da cuando una misma situación se juzga arbitrariamente en función de si lo hacen los míos o lo hacen los demás.

4. Debatir las ideas, frente a la descalificación personal a todo aquel que no piensa como yo o al no sigue las consignas del partido en el que milito/me siento afín.

5. Memoria de los últimos años, frente a recordar únicamente lo que ha ocurrido unos pocos meses antes de las elecciones; que es justo lo que pretenden las estrategias electorales que -con frecuencia- se encuentran alejadas de los intereses de la ciudadanía.

6. Poner foco en la razón, frente a la cultura de la satisfacción en el zasca. Por ejemplo: escenario en que persona A expone algo que resulta ser falso y la persona B lo demuestra tan contundentemente que califica de zasca; situación en la que lo importante no es el zasca, sino que la persona A faltaba a la verdad.

7. Solidaridad con los demás ciudadanos, frente al “mientras a mí no me toque, todo está bien”, que con frecuencia se vuelve contra uno mismo.

¿Crees que este manifiesto es útil? ¡Difúndelo para que impere el sentido común y los intereses de la mayoría!